Para Reflexionar


La Maletita y la Caja de Herramientas
Msc. Ana Cristina Vargas
La mayor parte de las personas que se encuentran en un proceso de pensar y decidir la idea de adoptar transitan por un camino que les llevará por diferentes pasajes hasta llegar a tener maduro el proyecto, tanto como para decidir y decir sí quiero.
Este camino puede ser obstaculizado por ideas y creencias tales como el suponer que la historia de sufrimiento que tiene ese niño o niña es como una maleta o equipaje muy grande y pesada que se agrega, negativamente desde el inicio, a la relación de padres e hijos, y eso será imposible de sobrellevar. Esta imagen hace pensar en un equipaje que no se abre ni se renueva, si no que se arrastra por siempre...
El Chompipe Juan
Msc. Ana Cristina Vargas
“Había una vez un lindo chompipe llamado Juan. Él estaba muy enojado porque había cosas que no entendía bien y entonces se enojaba. Les pegaba con sus alas a otros chompipitos como él, también a los pollitos y a otros animales de la granja. Cuando sus papás le llamaban la atención entonces él levantaba sus alas o parecía que no oía.
También, los animales de la granja le decían: chompipe cállese. Se lo decían todos. Él se sentía muy triste. Pensaba que era un chompipe malo y no quería que le dijeran nada. Lo que pasaba es que él todavía no había aprendido a controlarse y dejaba que el enojo lo moviera como un viento muy fuerte. Además, era un chompipe con grandes cualidades que a las que él no ponía mucha atención. Por ejemplo, tenía unas alas grandes, unos colores preciosos y era fuerte y grande.

La Tijerita
MPs. Ana Cristina Vargas
“Había una vez un venadito muy hermoso, juguetón, vivaz y de fuertes patas. Estas le servían para caminar por diferentes territorios.
En tiempos pasados, había tenido que caminar por terrenos a veces resbaladizos, a veces pedregosos y difíciles con la familia en la que había nacido. Pero en la llanura del bosque encontró una nueva mamá venada que tenía una familia y pastos verdes para él.
Ahí, él crecía maravillosamente. Sin embargo, de vez en cuando sentía como si un hilo pegado a su pata lo jalara. Era un hilo muy delgadito que cuando caminaba hacia delante, lo jalaba un poquito para atrás. Entonces, él volvía su cabeza y miraba hacia atrás: hacia donde habían quedado esos señores venados con los que él vivió.